sábado, 30 de enero de 2016

El bueno, el feo y el malo (Mazuecos, 30 de Enero de 2016)

Desde que montamos ésta mañana en el coche rumbo a Mazuecos hasta llegar al mismo pueblo, la conversación fue la misma; ¿nos merecía hacer casi una hora de viaje sabiendo el triste espectáculo que íbamos a presenciar? Obviamente no, por lo de todos los días. Ni el cambio de año ni el recordatorio de ayer ha hecho cambiar la actitud para con los animales. La misma historia de siempre y que uno se harta de repetir, pero no de exigir.

"El bueno, el feo y el malo" (Sergio Leone, 1996)
Llegado a nuestro destino, lo mejor, como habitualmente, son los reencuentros y las conversaciones con los conocidos de los toros antes de la suelta, y que habían quedado aparcadas desde el pasado 6 de Diciembre. Tres erales que perfectamente podrían haber sido protagonistas de "El bueno, el feo y el malo" fueron escogidos por la organización, todos ellos con el hierro de Ángel Fraile Oliva, ganadería que desconozco su procedencia.

Primero, "El Malo". De hechuras propias de la raza charolesa y en honor a ellas, su mayor virtud fue dedicarse a corretear sin hacer caso a absolutamente nada ni nadie. Una vuelta al recorrido le bastó para darse cuenta que devolver la pelea al regimiento de personas que le esperaba era una batalla perdida. Ni una vez embistió. Lógico, por otra parte. Unos 20 minutos después de ser soltado los mansos lo recogieron y guiaron hasta chiqueros


Por orden : el feo, el malo y el bueno
El segundo fue "El Feo". De capa castaña, bajito, falto de kilos y con un pitón roto por la cepa. Tuvo la salida más vibrante de la mañana intentando embestir a todo y surcando la recta que hace de recorrido a toda mecha. Lo tenía todo el novillo para que le dieran lo que no está escrito: pequeño y con un pitón defectuoso. Para resumir, acabó el encierro cojeando visiblemente y sin poder ni siquiera trotar detrás de los mansos.

Y por último, "El Bueno". No tenía el porte de Clint Eastwood pero protagonizó los mejores y más tensos momentos de la mañana. Poco a poco se fue enterando, sacó el genio que le permitió su edad a medida que avanzaban los minutos, y fue a más. Embistió con fuerza y codicia, sin rehuir la pelea en ningún momento. Hasta ésta mañana, si se hubieran hecho las cosas medio bien, podríamos haber disfrutado de un buen novillo. Dos fueron los momentos tensos que mencionaba antes. Las ventanas sirvieron de buen refugio, pero el yeso tiene un límite y más si se trata de casas antiguas; cuatro aficionados cayeron de espaldas a los pies del novillo con la ventana en las manos. Tres de ellos "afortunadamente" se desplomaron sólo contra el suelo, el cuarto y más cercano al novillo además se llevó una soberana paliza. Sin tiempo para recuperarse del susto y con los ánimos muy crecidos, otro fuerte revolcón. Esta vez a un aficionado que portaba una muleta. La mala colocación para dar el primer pase sirvió para que el orientado novillo le propinara una fuerte voltereta que se tradujo en una seria paliza.

Con los novillos vistos en solitario, se dio suelta a todo el ganado para poner punto y final al encierro.

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